Huatusco,
Ver. 25 de marzo del 2013
Por
Sarai Xaca Solábac
Este domingo inició la Semana Santa con la bendición de los ramos,
que anuncia la entrada triunfal de Jesucristo a Jerusalén en la Fiesta de
Pascua.
Desde temprana hora cientos
de feligreses se dieron cita en la capilla de Nuestra Señora de la Luz, donde recibieron
la bendición de las palmas de parte del sacerdote Luis Enrique Hernández Rosas,
posteriormente entonando varios cantos de alabanzas se dirigieron en procesión
hasta el templo de San Antonio de Padua.
Después de leer el evangelio
de San Lucas, en su homilía Hernández Rosas, resaltó la importancia de esta
celebración donde subrayó a los presentes, el inicio de una semana santa que nos invita a la reflexión y a la oración.
“Tanto era la alegría del
pueblo de Israel, que cuando ven que Jesús entra a Jerusalén montado en un
burro, porque viene de lejos a celebrar la Pascua, comienzan a sacar ramas de olivo, palmas, lo
primero que encontraran en el camino y lo saludan con esa gran alegría y le decían
: ! Hosanna, Bendito el que viene en nombre del Señor ¡”
“Lo triste es queridos hermanos,
que esta misma gente que aclamó a Jesús como rey, como mesías, el domingo de
Ramos; el próximo viernes se le van a voltear, ahora ya no lo van a aclamar
como rey, ahora van a pedir que muera :
¡ crucifícalo, crucifícalo ¡
El sacerdote hablo, de la
contradicción de estos momentos cruciales en la vida de Jesús y en las nuestras;
ya que refirió que hay gente que ahorita está con Jesús, pero cuando vienen las
dificultades y problemas abandonan al
Salvador. “Nos convertimos en esa misma gente que hoy lo aclaman como rey, pero
que después pide su muerte con nuestro rechazo “.
Por lo que pidió a los presentes que nuestra vida
sea un continuo reconocer a Jesús como rey de nuestras vidas, las palmas, dijo,
nos recuerdan que Jesús no solamente en el rey de Israel, sino el rey de
nuestras vidas. “ iniciamos los días grandes de nuestra vida, basta al ruido,
basta a la diversión, basta a los paseos, no es un tiempo de vacaciones, es un
tiempo de recogimiento, es un tiempo de profunda meditación y de oración , para padecer , para morir y para
resucitar con Cristo “.
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