Articulista invitado
Héctor Yunes Landa* .
Cuando ha caído el telón de la jornada electoral de 2010, sorprende saber que aún hay gente a la que le resultan extraños los resultados electorales del 4 de julio. Considero que más que extrañarnos, deberíamos apreciar la nueva realidad que nos plantea un proceso democrático como el que acabamos de vivir.
Las elecciones hoy en día son cerradas no por obra de la casualidad, sino porque como sociedad hemos avanzado, tanto en la concepción que tiene el ciudadano común de la política y del valor de su voto, como por el propio crecimiento de los partidos. Esto nos ha conducido a experimentar la alta competencia electoral, ya no como una excepción, sino como algo cotidiano.
Esta situación no es nueva, recordemos el año 2004 cuando Fidel Herrera siendo un ejemplar candidato alcanzó la victoria en un escenario electoral muy disputado, y la referencia más reciente, la tenemos en el 2006, cuando Felipe Calderón gana la presidencia en una controversial jornada electoral, donde el PREP lejos de clarificar quien había resultado ganador, dio lugar a una incertidumbre que originaría muchas interrogantes, sobre todo por el escasísimo margen de menos de un punto porcentual (0.57) de diferencia con el cual Calderón Hinojosa se alzó con el triunfo. El desenlace de la elección en el municipio de Veracruz, por menos de un punto y contado voto por voto, ilustra de manera dramática la realidad electoral que vivimos.
Por eso, debemos considerar que las contiendas electorales cerradas ya son el signo de nuestros tiempos; por eso, los casi 3 puntos porcentuales de diferencia con los que Javier Duarte superó al candidato que obtuvo la segunda posición, son un margen más que suficiente para calificar su victoria como inobjetable. De hecho, si consideramos que Javier Duarte, al obtener 1 millón 392 mil votos, superó por 30 mil votos la meta mínima asignada a Veracruz por el Comité Ejecutivo Nacional de 1 millón 362 mil votos para una elección de este tipo, nos permite asegurar y congratularnos de haber obtenido una gran victoria.
Por otra parte, debemos reconocer otros factores que incidieron en la pasada elección, como el hecho de que la mayoría de las ofertas políticas de los partidos, son similares. Muchas de las propuestas entre un candidato y otro varían básicamente en el enfoque y prioridad que promuevan entre el electorado, y ciertamente, en la capacidad que demuestren de cómo van a hacer realidad sus ofrecimientos. Esto es a lo que los ciudadanos otorgan mayor importancia a la hora de definir su voto.
Sin embargo, otros factores, como las dificultades económicas y sociales, gravitan en la determinación del sufragio y se han convertido en obstáculos para los gobiernos locales que ven como sus programas de gobierno son insuficientes para consolidar los avances que todos anhelamos. Esta situación conlleva el que muchos esfuerzos presupuestales no tengan el impacto esperado entre la gente, puesto que su demanda de satisfactores es siempre creciente.
Desafortunadamente, estos aspectos de insatisfacción ciudadana, son aprovechados por algunos contendientes, quienes al intentar capitalizarlos para sus proyectos personales, no les importa fomentar la polarización de las posturas políticas de los ciudadanos, cayendo en indeseables estratagemas de manipulación de la opinión pública. Por ello, quienes se sorprenden por los resultados tan apretados del 4 de julio, deben tener presente que los priístas nos enfrentamos a un adversario real, que contó con todo el apoyo del Gobierno Federal. Es innegable que toda la maquinaria mercadológica del orden federal estuvo apoyando a los candidatos de Acción Nacional; además, coaccionaron el respaldo ciudadano a través de los programas asistenciales federales como Oportunidades, Alimentario y, 70 y Más. De esta manera, el gobierno federal fue un factor de enorme peso que se hizo presente en la jornada electoral.
Ante el escenario de alta competencia descrito, estoy convencido que para el PRI los resultados son satisfactorios. El recuento de esta contienda electoral democrática nos arroja cifras optimistas: Javier Duarte obtuvo la victoria con la cifra record de casi 1 millón 400 mil votos; triunfó en más de la mitad de los municipios de la entidad; en el Congreso del Estado seremos la fuerza política con mayor presencia con 20 diputaciones de mayoría relativa y al menos 5 de representación proporcional. La mayoría del PRI en el Congreso local y el importante número de diputados de otras fuerzas políticas garantizan un balance que sin duda evitará la confrontación estéril a la que algunos oponentes apuestan. Este equilibrio de fuerzas permitirá la Gobernabilidad que nuestro estado requiere para continuar por el sendero del progreso y desarrollo para los veracruzanos.
De igual trascendencia resulta que los municipios con mayor población serán encabezados por priístas; en particular, cabe destacar el triunfo de las candidaturas de nuestro partido en la otrora cuenca panista de Veracruz y Boca del Río. Estas son a todas luces, victorias que engrandecen el triunfo del PRI, y permitirán a Javier Duarte gobernar con mayor certidumbre y facilitarán alcanzar sus metas de gran visión para la entidad.
Al final de la contienda de este año, debemos ser objetivos en la valoración de los resultados obtenidos, y con esa convicción, sostengo que la dirigencia estatal del PRI cumplió cabalmente con su misión de obtener las victorias más importantes. No podemos seguir anclados en el pasado y sacar a relucir del anecdotario, triunfos que tuvieron lugar en un contexto de baja competencia electoral. Los tiempos ya cambiaron y debemos acostumbrarnos a competir en situaciones que exigen el máximo rendimiento. Pienso que la dirigencia del PRI y sus sectores y organizaciones cumplieron con su responsabilidad.
Los resultados en las elecciones democráticas contemporáneas son de votaciones con diferencias de 3 a 4 puntos porcentuales. Es nuestra responsabilidad acostumbrarnos a esta nueva realidad y a su consecuente normalización de la vida pública una vez concluida la jornada electoral. A Veracruz y a México le urge que sus líderes se pongan de acuerdo para encontrar las soluciones a nuestros graves problemas. No hay tiempo para perder en litigios voluntaristas ni en pleitos personalistas. Es hora de construir la unidad y el futuro de Veracruz.
*Diputado Presidente del Congreso del Estado de Veracruz
hectoryunesdiputado@hotmail.com
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