PABLO Y JANE
Maricarmen García Elías
Pablo Picasso fue uno de los artistas que más presente tuvo a los animales en cada una de sus obras. El genio de la pintura española del siglo XX (1881-1973), analizando la cantidad de sus cuadros, los dibujos e ilustraciones en los que pinta perros, gatos, monos, pájaros, palomas, toros, caballos y otros animales, descubrimos que éstos permanecen fieles al ambiente triste de épocas difíciles, como en situaciones semejantes de la actualidad.
Picasso miraba a todo este mundo, incluido el mundo de los que son simplemente animales. Adoraba a los perros, sintió especial predilección por los dálmatas. Siempre tuvo a su lado perros. Le acompañaban en sus momentos creativos.
En todas las épocas de la pintura de Pablo (la azul, la rosa, la cubista, la realista y la informal) aparecen animales, si no como protagonistas del cuadro, sí como actores significativos e indispensables, y no como mero acompañante del hombre.
Desde su época de aprendiz de pintor junto con los primeros tiempos en Barcelona, hasta los últimos cuadros, palomas, perros y toros, son pintados continuamente con amor, con un significado que brota no por el simple hecho decorativo de la composición, sino como asunto definitorio y complementario del cuadro.
Los animales fueron tema pictórico constante, pero en su vida se le vio constantemente acompañado de los perros, sus amigos. Cuando ya a los ochenta años se trasladó a vivir al castillo de Vauvenargues se llevó consigo a su última mujer, su hija, los criados y tres perros a los que consideraba como de la familia.
Otra animalista que vale la pena recordar por su trabajo es la etóloga Jane Goodall nació en Londres el 3 de abril de 1934. A los 23 años Goodall cumplió su sueño de viajar a África donde trabajó junto al antropólogo británico Louis S. B. Leakey (el mismo que incentivara a Diane Fossey en el estudio de los gorilas) quien le animó a instalarse en la reserva de chimpancés de Gombe, en el lago Tanganika en el año 1960.
Y a pesar de que tuvo que vivir allí en condiciones difíciles, Jane asegura que fue feliz porque su pasión por los animales que albergaba desde pequeña, se había convertido en su trabajo. Poco a poco, las anotaciones de Goodall y sus vivencias con los primates fueron dando sus frutos hasta el punto de que alguno de sus trabajos pasará a la historia como un referente para todos los estudiosos del origen de nuestra especie. Sin ir más lejos, en los setenta, la famosa etóloga fue la espectadora de lujo de una guerra entre dos grupos vecinos de chimpancés que duró cuatro años y que acabó hacia 1978 con la extinción de uno de los grupos.
Con esta investigación Jane demostraba plenamente que los chimpancés eran unos animales sociales y políticos y que mantenían luchas por el territorio, al igual que el hombre. O lo que es lo mismo, según la doctora, los chimpancés son seres altamente evolucionados, sensibles y capaces de realizar cualquier tipo de actividad mental que hasta hace poco se consideraba exclusiva de los humanos. La única frontera que nos separa a nosotros de ellos es la capacidad que tenemos para hablar y comunicarnos.
Pero sus estudios fueron más allá. La doctora Goodall estaba acostumbrada a las conferencias y a los foros de debate y no se cansó de mostrar al mundo algunos datos que son verdaderamente asombrosos. De esta manera e aprendió que los chimpancés son capaces de reconocer todo aquello que ven, pueden aprender el lenguaje de los sordomudos y de comunicarse con nosotros a través de él, se reconocen en un espejo e incluso, retienen ideas durante algunos días hasta el punto de ser capaces de realizar funciones simples con el ordenador.
Lamentablemente esta especie está en peligro de extinción, pero afortunadamente esta primatóloga de trato agradable y de mirada tranquila con su trabajo científico logró demostrar la importancia de mantener a estos primates en reservas o zonas protegidas separadas entre sí como en España se viene haciendo desde hace un tiempo, con los osos.
La doctora fue de las primeras animalistas en proponer que hagamos el boicot a las empresas que no tienen una ética con respecto al medio ambiente y nos advierte que en nuestras manos y en nuestros bolsillos está el no comprar alimentos manipulados genéticamente, ni carne procedente de granjas industriales, ni muebles hechos con madera de bosques talados.
Nadie se atreverá a vender lo que nadie quiere comprar, pero para ello es necesaria una firme conciencia ecológica y educar a nuestros hijos en el respeto a la naturaleza y al medio ambiente. La vida de dos personajes que con su trabajo le han dado a los animales el lugar que merecen en la sociedad.gaem80@gmail.com
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