LA ETOLOGÍA
Maricarmen García Elías
Los
animales domésticos, con el paso del tiempo y el constante contacto
humano, han ido desarrollando cualidades semejantes a las nuestras.
Mucha gente piensa que un perro o un gato no tienen sentimientos, lo que
nos lleva en numerosas ocasiones a no sentir empatía cuando sufren o
son abandonados. Al respecto hay una nueva rama de la biología que
intenta demostrar que los animales poseen conciencia, además de una
inteligencia y una capacidad de sentir bastante sorprendentes, me
refiero a la etología, tema muy relacionado a los que abordé en las
últimas columnas.
La
etología corresponde al estudio de las características conductuales
distintivas de un grupo determinado y cómo éstas evolucionan para la
supervivencia del mismo. A principios del siglo XX se creó la psicología
comparada, que consistía en el estudio de la conducta y las capacidades
psicológicas de las diferentes especies animales y que, en este
sentido, consideraba la conducta humana como uno de los muchos tipos de
conducta animal. Los conductistas utilizaron este método en sus
estudios, pero a partir de 1973, cuando los científicos Konrad Lorenz,
Karl R. von Frisch y Niko Tinbergen recibieron el Premio Nobel por sus
estudios sobre la conducta de los animales, la etología comenzó a
considerarse ciencia con pleno derecho, y la psicología comparada se
integró en esta nueva ciencia.
En
Europa, la investigación del comportamiento animal se desarrolló
resaltando los estudios de campo y las conductas instintivas. Hemos de
destacar a algunos de los más brillantes etólogos: Konrad Lorenz, con su
estudio sobre la impronta en los gansos; Karl von Frisch, centrado en
el sistema de comunicación de las abejas, y Niko Tinbergen, interesado
en el estudio sobre el instinto en el espinoso. En los Estados Unidos,
durante la primera mitad del siglo XX, destacó una investigación del
comportamiento animal centrada en las conductas aprendidas en medios
controlados. Estas investigaciones dieron lugar a la psicología
comparada y al conductismo.
En
1951, Niko Tinbergen publicó The Study of Instinct (El estudio del
instinto), donde plantea las cuatro preguntas sobre las que se apoya la
etología (causacional, del desarrollo u ontogenético, evolución y
filogenético), y se encarga de hacer una distinción entre la psicología
comparada y la etología. En 1966, Robert Hinde hace una síntesis de las
dos, y distingue los aspectos más destacables de cada una.
Uno de los puntos más importantes de la etología menciona que la
diferencia que existe entre inteligencia e instinto está basada en la
experiencia. Cuando un animal realiza algo instintivamente es porque no
ha sido influenciado por experiencias anteriores. El adiestramiento y su
facilidad de aprendizaje serán los puntos primordiales encargados de
desarrollar su inteligencia, a partir de la cual nuestro perro será
capaz de, por ejemplo, abrir una puerta, apoyando su pata en el
picaporte.
Es
evidente que nuestro intelecto se encuentra muy por encima de las
posibilidades de cualquier especie conocida, pero, a diferencia de lo
que muchas personas creen, los animales comparten con nosotros numerosos
rasgos psicológicos en lo que al pensamiento se refiere. Así, un
experto en psicología experimental de la Universidad de Granada, Matej
Hochel, asegura que "el entorno natural da lugar a muchas situaciones
impredecibles que, para muchas especies, serían un gran obstáculo a la
hora de intentar sobrevivir únicamente con nociones genéticas y nociones
automatizadas".
Además,
constata que el conocimiento se propaga en grupo: "las ratas evitan los
alimentos envenenados una vez que han visto que otra de su especie a
muerto o ha sufrido malestar al ingerirlos. Así, las crías aprenden de
sus padres a no ingerir dichos productos, aunque no hayan presenciado
las consecuencias que ocasionan. Esta atención activa del animal y su
aprendizaje corroboran su inteligencia". Matej Hochel asegura que muchos
expertos de laboratorio confirman que existen ciertas especies con
muchas destrezas mentales, que anteriormente se creían únicas en el ser
humano.
Para
reafirmar lo anterior, algunos etólogos hicieron la prueba del
espejo, a través de ella se sabrán las cualidades y disposiciones
perceptivas que posee cada especie y, en concreto cada individuo. En el
caso de que un perro no responda a las capacidades necesarias para
realizar este experimento, se analizará su capacidad mental de un modo
más natural, ya que así no se verá obligada a adquirir capacidades que
no entran dentro de las innatas o habituales. El test del espejo, ideado
por Gallup, examina la conciencia reflexiva del animal. El primer
experimento se realizó con unos chimpancés, que después de una larga
temporada viéndose en el espejo, fueron anestesiados para marcarles
círculos rojos en la frente y en las orejas. En cuanto despertaron y se
miraron en el espejo, su primera reacción fue llevar la mano al lugar
donde se habían puesto los círculos. Esta situación evidencia que los
animales se reconocen en el espejo.
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